
“Los poetas malditos”,es la obra de Paul Verlaine, ahí hacia honra en prosa a los que el consideraba lo poetas malditos de su época, a aquellos que buscaban ser libres, escandalizar lo establecido con las herramientas que el arte les daba y que morían jóvenes sin el reconocimiento merecido. En este libro menciona a Corbiére, Mallarmé, Desbordes-Valmore, Auguste Villiers, Pauvre Lelian( que es un anagrama de su propio nombre Paul Verlaine) y Rimbaud. A partir de ahí es que surge el termino poeta maldito.
Nacido en Francia , Arthur Rimbaud es considerado como un genio que a corta edad supo darle a la poesia un nuevo camino. Antes de los 15 años era premiado hasta el hartazgo por sus versos, aburrido de la vida que llevaba se escapaba constantemente de casa para ver que es lo que le ofrecía el mundo. Caótico e irreverente causaba conmoción a la respetable burguesía con pintas en las iglesias de “muera dios” y sus fachas de andrajoso pelo largo.
En 1871 conoce a Verlaine, que ve en el muchacho de dieciséis años un alma iluminada. Rápidamente sus historias se entrelazan y viven un romance muy pasional tanto así que Verlaine abandona a su esposa y a su hijo recién nacido y se fuga con Rimbaud primero a Bélgica, luego a Inglaterra. Son idas y venidas , escapes y reuniones, fugas y reencuentros constantes entre estos dos personajes. Cerca de tres años les duro esa vida azarosa de poco dinero, mucho alcohol y bohemia que termino con un balazo en la muñeca propinado por Verlaine a Rimbaud, el día que este quería abandonarlo para regresar a su odiada Charleville.
A Verlaine lo arrestan y a pesar que Rimbaud retira los cargos en su contra, igual lo mandan preso y pasa dos años en la cárcel. Mientras Rimbaud regresa a casa al hogar de su madre, desde donde luego vuelve a ser el mismo de antes, huyendo y buscando algo que lo motivara.
Aburrido ya de la falta de reconocimiento traducido en dinero , decide hacer un ultimo esfuerzo, y publicar una obra con la ayuda de fondos familiares de su madre “Una temporada en el infierno”, sin embargo no lo logra, los libros se quedan amontonados en la casa del editorialista por la falta de pago que de seguro el joven bardo lo utilizo en alguna de sus aventuras bohemias.
Cansado ya del mundillo literario, con el firme conclusión de que lo único en esta vida que lo puede salvar de la miseria y sobretodo del aburrimiento es el dinero, y lo quería ya, sabe que la manera de hacerlo es aventurarse al Asia o al África.
Se enrola primero en la legión extranjera y luego de un periplo por Asia deserta y regresa a Francia para después embarcarse rumbo hacia oriente, luego de varios intentos logra hacerse de un cargo de oficinista en Yemen para una empresa inglesa, luego de unos años cansado de su labor rutinaria, se vuelve un traficante de armas en África, que para su mala suerte no le sale bien. Regresa a Yemen donde consigue otra vez su puesto de oficinista para luego aquejado por una dolencia en la pierna es trasladado a Francia para que le amputen la pierna, lo que le causo un severa depresión. Fue por esa época que la revista Le Vogue, empieza a publicar sus escritos de juventud, y causa furor y empiezan a tomarlo como pilar fundamental de la poesia. Sin embargo Rimbaud desinteresado del tema literario no le da importancia. Yace en un hospital de Marsella después de amputado su pierna donde poco a poco va perdiendo el conocimiento algunos dicen que por causa de la sífilis pero no esta probado que esa sea causa de su enfermedad. Finalmente fallece el 10 de noviembre de
Todo un hito en la historia literaria por su poco apego a lo convencional, su aburrimiento de lo establecido en su época y sus necesidades de innovarse.En una carta que le escribe a un amigo después una de sus acostumbradas fugas a la bohemia en Paris le dice: “…Por el momento, lo que hago es encanallarme todo lo posible. ¿Por qué? Quiero ser poeta, y me estoy esforzando en hacerlo”.
UNA TEMPORADA EN EL INFIERNO
(Fragmento)
Antaño, si mal no recuerdo, mi vida era un festín
Donde todos los corazones se abrían, donde corrían
Todos los vinos.
Una noche, senté a
La encontré amarga.- Y la injurié.
Tomé las armas contra la justicia.
Huí. ¡Oh brujas, oh miserias, oh rencor a vosotros
Fue confiado mi tesoro!
Logré que se desvaneciera de mi espíritu toda
esperanza humana. Salté sobre toda alegría, para
estrangularla, con el silencioso salto de la bestia feroz.
Llamé a los verdugos para morder, al morir, la
Culata de sus fusiles. Llamé a las plagas para ahogarme
Con arena, con sangre. La desgracia fue mi dios.
Me revolqué en el fango. Me sequé con el aire del
crimen. Y jugué unas cuantas veces a la demencia.
Y la primavera me trajo la horrible risa del idiota.
Pero, hallándome recientemente a punto de lanzar
el último gallo, se me ocurrió buscar la llave del
Antiguo festín, donde quizá recuperara el apetito.
La caridad es esa llave. -¡Esta inspiración demuestra
Que he soñado!
"Seguirás siendo hiena, etc....", exclama el
demonio que me coronó con tan amables amapolas.
"Gana la muerte con todos tus apetitos, y tu egoismo,
y todos los pecados capitales."
Ah, demasiado harto estoy de eso: -Pero, querido
Satán, te conjuro: ¡una pupila menos irritada!
Y, en espera de algunas pequeñas infamias que se
Demoran, para ti que prefieres en el escritor la ausencia
De facultades descriptivas o instructivas, desprendo