
Un poco de la chispeante sabiduría del maestro Sabina. Y le otorgamos el titulo de maestro por lo que ha vivido tal como se desprende de todas sus canciones, poemarios y libros. Aquí un extracto del libro “en carne viva”, que es libro-entrevista que le hace Javier Menendez Flores en el 2006.
A propósito de las Magdalenas
…Pero, vamos, que he sido putero lo sabe todo el mundo…Siempre las he querido, siempre las he respetado, siempre les he pagado el doble de lo que pedían y la inmensa mayoría de las veces no me las he tirado. No por respeto, sino porque yo se que tampoco son tan vocacionales. Aunque las hay, ¿eh?
-Y eso tan literato y terrible a un tiempo de enamorarse de una puta ¿a ti te ha llegado a pasar? Aunque durase cinco minutos.
-Sí, con esa que te contaba antes que la llevaba a casa y me ponía a hablar con ella. Por cierto, nunca la toque y nunca me la tiré. Venia dos horas por las noche y charlábamos. Iba vestida de Chanel y parecía una señorita bien. Cuando me di cuento de que iba la cosa, dije “ay”. Además me hizo una confesión maravillosa que nunca olvidare (para los que creen que no las hay vocacionales):”Siempre, desde que tengo uso de razón, quise ser puta”.
Desapareció un día sin mas. Llame a su madame y nada, no dejo rastro. No se como se llamaba ni me dejo su numero de teléfono. Pero te diré que ese tipo de aficiones noctámbulas, tabernarias, goliárdicas y puteras las tengo abandonadas rotunda, absoluta y radicalmente… ¿Te he contado lo del bombero y el torero?,…Por aquella época yo tenia el siguiente circuito: escribía en casa hasta las tres o tres y media de la mañana, desde después de cenar. De ahí me ib, ya con una basca (grupo de amigos) que iba recogiendo, a Pachá (un local nocturno). Dos horas después nos echaban de Pachá y, entonces, dependiendo de las épocas, había diferentes tugurios, ya de muy dudosa reputación, y para allá íbamos. Un día en uno de ellos que se llamaba Presto, en esa misma discoteca, ocurrió eso que pasa a veces, que te vas quedando y quedando y quedando sin decidirte a marcharte a casa. El caso es que ya eran las doce de la mañana y quedaba sólo una puta de unos cincuenta años, bastante ajada. Bien es verdad que la iluminación del Presto maquillaba ese tipo de cosas, y el alcohol también. Entonces nos miramos y nos dijimos: “¿Qué hacemos?”, y ella me propuso que la acompañara a tomar una copa y yo le dije que sí encantado.”¿Me puedo llevar a un amigo?”, me pregunto de pronto y yo: “Naturalmente”.